Un Duende en el escenario

Él está en el escenario. Nadie lo aplaude, no tiene fans. Tampoco se viste para el espectáculo, ni lo aclaman las multitudes. Los reflectores no lo iluminan, ni los grandes equipos de sonido reproducen su voz.
De perfil bajo, sin estridencias, se hace presente cada día en ese mágico lugar, que luce vacío y silencioso la mayor parte del año, cuando se apaga la fiebre festivalera que se adueña cada enero de los aires serranos. Él está ahí, aguardando la llegada de aquellos que vienen a conocer la plaza Próspero Molina, cuando no hay luces, ni ruidos, ni melodías. Recibiendo a los curiosos que quieren pisar el mismo escenario por donde pasaron Jorge Carfrune, Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Mercedes Sosa... haciéndoles sentir por un instante que son los protagonistas principales de una función imaginaria.
Siempre lo acompañan una guitarra, un bombo, dos acordeones y un micrófono. Se sienta y canta. Luego se saca fotos con la gente, cuenta mil anécdotas, sonríe.

Ese es don Guillermo Daniel Alonso, un personaje sencillo y casi olvidado. Lo conocí de forma casual, en una de mis tantas idas a Cosquín, en un instante que hice un alto en las actividades. Cuando me acerqué, entendí que a veces vale la pena dejar de lado las corridas para compartir un momento con personas como él. "Pará, vení, sentate, tomate una pausa y quedate un rato conmigo" es lo que parecía decir Guillermo al verme. Sus versos, que reparte a cada uno que se acerca al lugar describen su manera su sentir:

Cuando me estoy por ir, me dice: "No te vayas todavía, escuchá esta canción..." Unos pocos acordes brotan de su acordeón, y con su voz me paseó por la ciudad, por su querido Cosquín, me habló de sus rincones y me hizo conocer sus habitantes...

"Veni también a Cosquín
cuando no hay festivales
y ve a su gente sencilla
que bien la pena lo vale."

Al momento de marcharme llegaba más gente, que era recibida por una generosa sonrisa y toda la amabilidad pueblerina. Don Guillermo cumplía una vez más con su noble misión.

La invitación está hecha, si andás por Córdoba, si te acercás por el Valle de Punilla, seguramente no podrás dejar de pasar por Cosquín y llegarte hasta la plaza Próspero Molina. Sus puertas están abiertas y el Duende del Escenario te estará esperando para darte un abrazo fraterno y sincero, que sale del alma y se entrega con el corazón.

Daniel Jaworski